Todas las guías y libros de estilo que conozco sobre lenguaje especializado coinciden en señalar que la buena prosa científica debe caracterizarse por su claridad y sencillez. ¿Por qué, entonces, la mayor parte de los científicos siguen escribiendo textos tan sumamente enrevesados, embrollados y difíciles de entender incluso para un público culto con estudios universitarios?
Hay quien opina que ello se debe a que la sencillez y la claridad son cualidades muy valoradas por la población general, sí, pero no tanto por la comunidad científica, que prima la precisión sobre la sencillez. Personalmente, nunca me ha convencido esta excusa; más que nada, porque casi todos los escritos de grandes científicos llaman la atención por su claridad y su sencillez expositiva.
¿Realmente los científicos prefieren un estilo complicado a otro sencillo? Para saberlo con certeza, John Kirkman, autor del libro Good Style: Writing for Science of Technology (2005), presentó a 2781 médicos y otros biocientíficos dos textos en los que se describía un mismo experimento: el primero, firmado por un o una tal Brown; el segundo, por un o una tal Smith:
Versión de Brown
In the first experiment of the series using mice it was discovered that total removal of the adrenal glands effects reduction of aggressiveness and that aggressiveness in adrenalectomized mice is restorable to the level of intact mice by treatment with corticosterone. These results point to the indispensability of the adrenals for the full expression of aggression. Nevertheless, since adrenalectomy is followed by an increase in the release of adrenocorticotrophic hormone (ACTH), and since ACTH has been reported (Brain, 1972) to decrease the aggressiveness of intact mice, it is possible that the effects of adrenalectomy on aggressiveness are a function of the concurrent increased levels of ACTH. However, high levels of ACTH, in addition to causing increases in glucocorticoids (which possibly accounts for the depression of aggression in intact mice by ACTH), also result in decreased androgen levels. In view of the fact that animals with low androgen levels are characterised by decreased aggressiveness the possibility exists that adrenalectomy, rather than affecting aggression directly, has the effect of reducing aggressiveness by producing an ACTH-mediated condition of decreased androgen levels.
Versión de Smith
The first experiment in our series with mice showed that total removal of the adrenal glands reduces aggressiveness. Moreover, when treated with corticosterone, mice that had their adrenals taken out became as aggressive as intact animals again. These findings suggest that the adrenals are necessary for animals to show full aggressiveness.
But removal of the adrenals raises the levels of adrenocorticotrophic hormone (ACTH), and Brain2 found that ACTH lowers the aggressiveness of intact mice. Thus the reduction of aggressiveness after this operation might be due to the higher levels of ACTH which accompany it.
However, high levels of ACTH have two effects. First, the levels of glucocorticoids rise, which might account for Brain’s results. Second, the levels of androgen fall. Since animals with low levels of androgen are less aggressive, it is possible that removal of the adrenals reduces aggressiveness only indirectly: by raising the levels of ACTH it causes androgen levels to drop.
Como puede verse, el texto de Smith se distinguía del de Brown, básicamente, por 1) contener frases más cortas y sintácticamente menos complejas; 2) reemplazar muchos tecnicismos innecesarios por términos más sencillos (pero conservando los tecnicismos imprescindibles); 3) reemplazar numerosas estructuras verbales pasivas por otras equivalentes en activa; 4) eliminar pleonasmos y verborrea; y 5) distribuir el texto en tres párrafos.
A la pregunta «¿cuál de estos dos estilos prefiere usted cuando tiene que leer publicaciones científicas?, el 74% de los encuestados eligieron el de Smith, frente a solo un 21% que se decantaron por el de Brown. A la pregunta «¿cuál de estos dos estilos considera usted más adecuado para una publicación científica?, el 57% de los encuestados eligieron el de Smith, frente a un 25% que se decantaron por el de Brown.
Dos cosas me llaman la atención de estos resultados. La primera, que el estilo sencillo de Smith es el que prefieren claramente la mayoría de los médicos y científicos; la segunda, que la disparidad entre las respuestas a ambas preguntas pone de manifiesto algo muy curioso: una proporción considerable de quienes prefieren un estilo claro considera que para publicar en una revista científica es mejor pasarse a un estilo complicado, farragoso y abstruso.
La conclusión que yo saco es: quien desee escribir sobre algo complejo —y toda ciencia indudablemente lo es—, debe aportar, por supuesto, todos los detalles necesarios y con la debida precisión; quien desee escribir para especialistas, debe emplear, por descontado, los tecnicismos propios de la especialidad correspondiente; pero no tiene sentido añadir complejidad léxica ni sintáctica más allá de lo estrictamente necesario. La buena prosa científica debe ser capaz de transmitir cualquier mensaje —por complejo que sea— del modo más directo, breve, sencillo y claro posible.
Ocurre, no obstante, que escribir en estilo sencillo, resumir y concretar con claridad lo que queremos decir, es dificilísimo. Y tal es, me parece, el verdadero motivo de que tantos artículos médicos sigan siendo hoy como ayer tan enmarañados y dificultosos de leer. Certeramente lo expresó el matemático francés Blaise Pascal cuando escribió, en una de sus cartas personales, «je n’ai fait [cette lettre-ci] plus longue que parce que je n’ai pas eu le loisir de la faire plus courte.» [Les Provinciales (1862), Blaise Pascal, éd. Monmerqué, 1656, Seizième lettre aux révérends pères jésuites, pág. 191] «esta carta es más larga de lo habitual porque no tenía tiempo de hacerla más corta».
Fernando A. Navarro