La célebre sentencia inglesa publish or perish se ha convertido, en los países de habla hispana, en la disyuntiva bilingüe «publish o muere»; para nuestros científicos, en efecto, la cuestión se reduce ahora a un «to be o no ser» en la comunidad médica internacional. Publicar en inglés es vital para progresar en la carrera profesional.
Bien claramente lo dijo ya en 1996 el neurólogo Jorge Matías-Guiu en un artículo titulado «Las publicaciones científicas en español» (Revista de Neurología, 1996; 24: 506):
«Los métodos de valoración de un trabajo, determinante para la obtención de apoyos económicos para la investigación o para el ascenso profesional de sus autores en muchos países dependen no de la propia calidad del trabajo, sino del factor de impacto de la revista por el Science Citation Index (SCI). En las universidades españolas, por ejemplo, la forma de obtención de los llamados “tramos de investigación”, que suponen un complemento económico, se basan en la valoración del currículo del candidato de acuerdo al SCI. Dado que la mayoría de las publicaciones en español no están recogidas en el SCI, los trabajos que aparecen en ellas no suponen ventaja ninguna para los candidatos, con independencia de su calidad intrínseca.»
Han pasado más de veinte años desde que se escribieron estas palabras. ¿Ha mejorado la situación en el ínterin? No parece, a juzgar por lo que comentan dos profesores universitarios españoles, Ana Jorge y Enrique Díez, en un artículo que publicaron en InfoLibre en abril de 2017:
«El actual sistema de evaluación de la carrera profesional docente e investigadora del profesorado universitario […] encauza la producción de conocimiento según criterios de productividad/calidad que se puedan cuantificar y medir. Considera así como prueba objetivable de la calidad del trabajo de investigación el llamado factor de impacto, que mide la “visibilidad” una vez publicado en función del número de citas recibidas en otros artículos […]. Otras variables […] han supeditado la evaluación de ese factor de impacto a los datos ofrecidos por dos multinacionales extranjeras (Clarivate, a través de su producto Web of Knowledge, y Elsevier, a través de su producto Scopus). El conjunto del engranaje es accionado por las agencias nacionales de evaluación: Aneca (Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación, que acredita la capacidad del profesorado) y CNEAI (Comisión Nacional Evaluadora de la Actividad Investigadora, que reconoce, con los sexenios, la actividad investigadora realizada) dan prioridad en sus evaluaciones a la publicación de artículos en revistas científicas incluidas en las bases de datos elaboradas por esas dos multinacionales.»
La situación es clara: en la actualidad, los poderes públicos favorecen e incentivan la publicación de artículos en revistas incluidas en los índices de referencia. Es la llamada «dictadura del impacto», pero, ¡ojo!, no del impacto del artículo publicado, sino de la revista en la que se ha publicado, que no es lo mismo. Las comisiones evaluadoras, como es bien sabido, no controlan ni evalúan la calidad ni el impacto de los artículos publicados, sino únicamente dónde se publicaron, que es un factor estrechamente vinculado al idioma en que se escribe el artículo. En muchas disciplinas, es prácticamente imposible publicar en una revista de gran impacto si el artículo no está escrito en inglés.
Fernando A. Navarro