Hoy, 6 de febrero, es el Día Mundial contra la Ablación Genital, una práctica execrable que no se contempla de igual modo en todos los rincones del mundo. Como ocurre con otros muchos usos culturales, rituales o religiosos, la práctica consistente en la resección parcial o total de los genitales externos en las niñas —frecuente en algunos países africanos— tiene multitud de sinónimos que no son en absoluto intercambiables.
La expresión female circumcission (circuncisión femenina) es de origen coloquial, muy gráfica y se usa ampliamente, pero suscita un fuerte rechazo en dos colectivos importantes. Por un lado, los partidarios de la claridad y la precisión del lenguaje científico, que la consideran incorrectamente formada y confusa, un despropósito etimológico difícilmente admisible en el lenguaje científico. El término latino circumcidĕre, formado a partir de circum (alrededor) y caedere (cortar), puede aplicarse únicamente en el sentido tradicional de ‘circuncisión’ y ‘circuncidar’: cortar de forma circular una porción del prepucio. Además, la expresión *circuncisión femenina* es imprecisa porque se está usando en sentido amplio, para referirse a cualquier forma de ablación (o mutilación) genital femenina, pero también en sentido más restringido, para referirse exclusivamente a una forma concreta de ablación genital femenina: la clitoridectomía con infibulación (sutura de los labios mayores). Por otro lado, la rechazan también, y de forma vehemente, los defensores de la circuncisión masculina, temerosos de que criminalizar la mutilación de menores por *circuncisión femenina* lleve también a un rechazo paralelo de la mutilación de menores por circuncisión masculina, que es una práctica esencial en dos de las grandes religiones monoteístas: el judaísmo y el islam.
La expresión female genital mutilation (mutilación genital femenina) es la de uso preferido entre quienes condenan de modo tajante esta práctica y la consideran contraria a los derechos humanos. Desde 1990, esta fue la denominación oficialmente recomendada por todos los organismos dependientes del sistema de las Naciones Unidas. Tiene el inconveniente de que restringe el uso de ‘mutilación genital’ a la mutilación genital por motivos culturales y solo en el sexo femenino, cuando muchos médicos consideran que, en propiedad, el término debería aplicarse asimismo a la circuncisión y a las operaciones de cambio de sexo en los transexuales. El principal motivo de rechazo al término, no obstante, ha sido de carácter político, pues resultaba ofensivo en la mayor parte de los países con tradición de mutilación genital femenina y dificultaba la actuación local de las entidades que buscan erradicar tal práctica.
Por este motivo, la ONU revisó su terminología y en 1999 pasó a recomendar un término oficial más culturalmente neutro: el eufemismo político female genital cutting (que desde entonces ha venido alternando con female genital mutilation y con la forma mixta female genital mutilation/cutting). En español, se ve ya el calco *corte genital femenino*, pero es sin duda mucho mejor hablar de ablación genital femenina (en ocasiones abreviado a ‘ablación femenina’ o incluso, si el contexto lo permite, a ‘ablación’ a secas), que es un término claro, preciso, correctamente formado, con larga tradición en nuestra lengua y ampliamente usado ya en todos los registros del lenguaje.
Los grupos que propugnan abiertamente la tolerancia completa con las intervenciones genitales menos radicales, como las perforaciones o el corte parcial del clítoris —que podrían asimilarse a la circuncisión masculina—, piden emplear términos aún más benévolos, como female genital alteration (alteración genital femenina). Se evitaría así, dicen, la demonización de tradiciones culturales y religiosas ajenas a los países del Primer Mundo, que es una forma de neocolonialismo cultural.
Fernando A. Navarro