Comentaba un par de meses atrás, con ocasión del Día Internacional del Libro, que Cervantes supo exponer sus ideas por escrito de un modo que admira aún por su elegancia, riqueza expresiva, potencia comunicativa y un no sé qué que embelesa. En realidad, no solo él, sino también muchos de sus contemporáneos. Porque durante el siglo XVI y los tres primeros cuartos del XVII España asombró al mundo, entre otras cosas, por una cantidad ingente de escritores de primera fila: Mateo Alemán, Luis Barahona de Soto, Juan Boscán, Pedro Calderón de la Barca, Ana Caro de Mallén, Juan de la Cruz, Juana Inés de la Cruz, Leonor de la Cueva, Francisco Delicado, Alonso de Ercilla, Vicente Espinel, Luis de Góngora, Baltasar Gracián, María de Guevara, Teresa de Jesús, Luis de León, Ignacio de Loyola, Tirso de Molina, Agustín Moreto, Francisco de Quevedo, Catalina Clara Ramírez de Guzmán, Francisco de Rojas Zorrilla, Lope de Rueda, Juan Ruiz de Alarcón, Antonio de Solís, Luis Vélez de Guevara y María de Zallas, entre otros. El estilo de cualquiera de ellos sigue causando pasmo a quien hoy se acerca a sus escritos, pero me limitaré a poner dos como ejemplo: el militar poeta Garcilaso de la Vega y el fénix de los ingenios, Lope de Vega.
Echo mano nuevamente de los tuits de David Araújo (@chuzodepunta):
Tú dices: «Es que solo con que me mires me pongo a cien».
Garcilaso decía: «Y es que yo soy de lejos inflamado de vuestra ardiente vista y encendido tanto, que en vida me sostengo apenas».
Tú dices: «Vale, me has pillado: te estaba mirando el escote».
Garcilaso decía: «Con ansia extrema de mirar qué tiene vuestro pecho escondido allá en su centro, y ver si a lo de fuera lo de dentro en apariencia y ser igual conviene, en él puse la vista».
Tú dices: «Con ese pelazo».
Lope de Vega decía: «Esparcido el cabello por la espalda, que fue del sol desprecio y maravilla».
Tú dices: «Pero ¿cómo puedes ser tan garrulo?».
Lope de Vega decía: «¿Por qué montañas ásperas subiste que tal selvatiquez el alma os toca?».
Tú dices: «Tengo un cacao mental del copón».
Lope de Vega decía: «Entro en mí mismo para verme, y dentro / hallo, ¡ay de mí!, con la razón postrada, / una loca república alterada».
Tú dices: «Bah, fui pa na».
Lope de Vega decía: «¡Oh, pasos esparcidos vanamente!».
Tú dices: «A ver, tía, deja de darme largas».
Lope de Vega decía: «Siempre mañana y nunca mañanamos».
Fernando A. Navarro